El nuevo disco de Cabezones tiene un título explícito. Se llama Solo. Y, por si acaso hubiera dudas, en la tapa, profundiza en la misma línea: aparece la imagen del cantante César Andino, solito. En realidad, fragmentos de sus brazos tatuados y de su cara. De la banda, nada. "Yo necesitaba que las cosas fueran directas y que no hubiera segundas ideas; con el sello nos pusimos de acuerdo en que era como una declaración de principios: ya ellos no están, la banda continúa, pero estoy solo".
"Ellos" son los antiguos integrantes de Cabezones (Collados, Serniotti y Martínez) que hace más de un año le dijeron adiós. ¿Por qué? "Venía todo muy desgastado, el accidente frenó un poco la situación, pero después siguieron los dimes y diretes, mucha contraposición de ideas. Era imposible continuar. Además, tampoco había química ya".
Se sabe: el accidente fue hace dos años, cuando chocó el auto en el que iba Andino junto a Gabriel Ruiz Díaz, bajista de Catupecu Machu. "Entramos al hospital casi muertos.... Ahora estoy cantando y todo, pero es difícil ser feliz... No voy a poder correr más, ni saltar, hacer un montón de cosas. Así y todo, me considero afortunado de estar vivo. A mí me pasó una cosa trágica, pero tengo que estar bien: por mi hija, por mi mujer... por Gaby".
Andino está en su casa, íntegro de negro. Para la foto, ensaya en distintos lugares, sentado en su silla de ruedas o en el sillón, con los discos de oro de fondo, con su guitarra. Tiene planeados varios shows en Buenos Aires y, quizás, una gira por Centroamérica, una vez que se pueda operar de la pierna. "Hay un montón de proyectos que se logran a través de la música, no a través de uy, pobre pibe", dice.
¿Te aislaste después del accidente?
La mejor manera de cuidarme fue aislarme. Ya no voy a shows, y eso que me gustan un montón de bandas. Pero tengo que cuidar la salud y el cuerpo. Y sigo teniendo dolor en las piernas. Toco porque es lo único que sé hacer, pero ya no formo parte del rock business, ni de la noche. Esas cosas perdieron valor para mí. Antes terminábamos de tocar y nos íbamos a comer, a bailar y eso. Ahora disfruto de otra manera.
¿No seguís viendo a tu círculo de amigos anterior al accidente?
Me llevé muchas desilusiones y no quiero perder más tiempo cultivando amistades que no son tales. Si por ahí tengo ganas de ir a ver a Gaby (Gabriel Ruiz Díaz), llamo a su mamá y estoy un rato con él. No mucho más.
¿Alguien te sorprendió para bien?
Recibí muchas cosas de quien menos lo esperaba. Cuando estaba en el hospital, los chicos de Babasónicos me mandaron un cheque. Yo los había cruzado varias veces, nada más. Esas cosas me ilusionaron. Pero ojo que no estoy hablando de dinero, eh: estoy hablando de actitudes.
FUENTE: http://www.clarin.com/diario/2008/06/19/espectaculos/c-00601.htm
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